¿Gritaste a tus hijos durante las vacaciones? ¿Y Quién no? Si eres uno de esos padres (yo entre ellos), es posible que te sientas fatal al leer titulares de noticias recientes como: “Gritar a un niño puede ser tan perjudicial para su desarrollo como el abuso sexual o físico” (CNN; The Guardian)/ Estos titulares son dos ejemplos de muchos artículos que aparecieron recientemente basados en un nuevo estudio que considera el abuso verbal como una forma de abuso infantil.
Seamos claros: creo totalmente que el abuso verbal es una forma de abuso infantil. Pero con lo que no estoy de acuerdo es con esos titulares. En mi opinión, este es un ejemplo de investigación científica malinterpretada y de consejos para padres que pierden matices importantes, no sólo no ayudando a los padres sino provocando vergüenza y culpa. Lo que realmente encontró este estudio es que la manera en la que hablamos a nuestros hijos es importante. El tono de voz que usamos es importante pero lo que decimos es más importante. Hay una gran diferencia entre gritar ocasionalmente a tu hijo: “¡¡¡LÁVATE LOS DIENTES AHORA!!!” o «¡¡¡NO PUEDES HACER NADA BIEN!!!«. No todos los gritos son igualmente negativos. No existe evidencia científica que respalde que gritar ocasionalmente sea negativo para los niños.
¿Estoy defendiendo que es bueno gritarles a nuestros hijos? En absoluto, claramente es mucho mejor hablar con nuestros hijos de forma tranquila. Pero seamos honestos: ¿quién no ha gritado a sus hijos? A menos que tengas nervios de acero, es casi imposible criar a un niño sin al menos gritarle de vez en cuando. Seamos realistas y en lugar de intentar no gritar nunca, intentemos hacerlo lo menos posible y, cuando lo hagamos, no decir cosas de las que nos arrepintamos.
Consideremos Algunos Aspectos Relevantes de los Gritos
El contenido de los gritos es más importante que el volumen. Gritar siempre está mal cuando insultamos, menospreciamos, degradamos, avergonzamos, ridiculizamos, amenazamos o insultamos a nuestro hijo. Nunca debemos usar nuestras palabras para causar angustia a nuestro hijo, sin importar el volumen de nuestra voz.
La frecuencia importa. Si lo “normal” en la familia son los gritos, es probable que el hogar no sea un ambiente cálido y afectuoso. Hay familias en las que los padres “siempre están gritando”. Si este es tu caso, sería una buena idea abordar este tema.
Cuida a tu hijo. Si tu hijo se asusta cuando le gritas, intenta no hacerlo. Intenta no asustar nunca a tu hijo. Cuando eso sucede, tu hijo realmente no puede procesar lo que le estás diciendo y es negativo para su desarrollo.
Los niños están predispuestos a creer en los adultos importantes en su vida. Cuando decimos cosas a nuestros hijos como “no puedes hacer nada bien”, “eres un inútil” o “eres estúpido”, es probable que nos crea e interiorice esos mensajes. Una encuesta reciente realizada en el Reino Unido encontró que los niños de entre 11 y 17 años consideraban que estos tres mensajes eran los peores que escuchaban de sus padres y cuidadores. Lo preocupante es que el 51% de los niños dijero haber escuchado al menos uno de estos mensajes semanalmente y 1 de cada 10 dijo que los escuchaba diariamente. Los niños que son tratados de esta manera tienen más posibilidades de tener la autoestima baja y corren un mayor riesgo de experimentar ansiedad, depresión y abuso de sustancias y alcohol.
¿Por Qué Es Malo Gritar a Nuestros Hijos?

Muchas veces gritar no es una estrategia de disciplina sino una respuesta emocional. Nos sentimos abrumados, frustrados, impacientes, cansados y podemos terminar diciendo cosas de las que nos arrepentimos.
Para dejar de gritar es importante darnos cuenta de que situaciones nos hacen perder los nervios. Podría ser una habitación desordenada (definitivamente la mía), haber dicho lo mismo una y otra vez, ser lento para prepararse, no escuchar o ser difícil con la comida.
Tus gritos también pueden verse influenciados por cómo te criaron. ¿Gritar era la norma para tus padres? Si ese es el caso, piensa cómo te hizo sentir y considera si quieres que sea la norma para tus hijos.
Así que, si nunca les gritas a tus hijos: ¡iFantástico! Pero como madre y psicóloga creo que es casi imposible no gritar nunca a nuestros hijos. Pasará. Lo importante es que no se convierta en la norma. Intentemos no hacerlo, pero si en ocasiones gritamos no nos culpemos. No significa que seamos malos padres y no dañará a tu hijo de forma irreparable y para siempre. Y recuerda, puedes disculparte con tu hijo. Decir «Lo siento, estoy muy estresado esta noche y perdí los nervios» suele ser una buena idea.
Espero que hayas encontrado útil este artículo. Como siempre, ponte en contacto conmigo si tienes alguna consulta o comentario. Y recuerda que nuestros expertos en crianza están disponibles para ayudarle.
Un abrazo,
Ana y el equipo de REC Parenting
Cada vez vivimos en sociedades más multiculturales y, por lo tanto, debemos darles a nuestros hijos las herramientas para comprender, aceptar y celebrar las diferentes razas, culturas y religiones. Una forma en que los niños aprenden sobre estos temas (y muchos otros) es a través de conversaciones con sus padres.
Me Siento un Poco Incómodo Hablando sobre este Tema… ¿Soy el Único?

¡No eres el único! La mayoría de los padres blancos no hablan de temas raciales con sus hijos; de hecho, solo un 10% habla de ello. En cambio, entre un 60 y un 80 % de los padres no blancos hablan de ello con sus hijos.
¿Por qué? Algunos padres se agobian porque les preocupa no hacerlo «bien», otros quieren proteger a sus hijos, mientras que otros piensan que no es un tema importante. Algunos padres piensan que si nunca hablan de ello, sus hijos nunca mostrarán prejuicios raciales.
Algunas familias favorecen una «ideología daltónica». Esta es la idea de que no deberíamos prestar atención a las diferencias raciales porque todos somos iguales. Esto puede ser problemático porque los niños no saben lo que piensan sus padres al respecto y pueden acabar pensando que son racistas o que es un tema tabú del que no se debería hablar. También hay investigaciones que demuestran que cuando los padres no hablan sobre ello, los niños empiezan a pensar que el racismo no existe.
Es importante que hablemos de diferencias raciales con nuestros hijos porque, como veremos a continuación, los niños las perciben desde que son muy pequeños, por lo que no les hacemos ningún favor cuando las ignoramos.
¿Cuándo y Cómo Perciben los Niños las Diferencias Raciales?

Los niños se dan cuenta de las diferencias raciales desde que son muy pequeños. De hecho, los bebés blancos de 3 meses prefieren mirar fotos de bebés blancos y los bebés negros prefieren mirar fotos de bebés negros. Esto se debe a que prefieren mirar lo que están acostumbrados a ver. Curiosamente, los bebés criados en comunidades mixtas no muestran esta preferencia. Esta preferencia continúa a lo largo del desarrollo. Los niños de tres y cuatro años prefieren compartir sus recursos con niños de su misma raza que con niños que no se parecen a ellos. Los niños blancos muestran el sesgo de ayudar a los niños de su propio grupo con más fuerza que los niños de otras razas.
A los niños de tan solo diez años no les gusta hablar de diferencias raciales. En un estudio, los investigadores pidieron a los niños que jugaran a ‘Quién Es Quién». Descubrieron que los niños de 10 y 11 años lo hacían peor que los de 8 y 9 años porque no preguntaban si la persona era blanca o negra incluso cuando hacer esa pregunta era la clave para ganar el juego.
Como puedes ver, los niños perciben las diferencias raciales casi desde el nacimiento, por lo que no tiene sentido ignorarlo. Debemos considerar la raza como un tema de conversación “normal”.
Vale, Entiendo que Debería Hablar sobre Diferencias Raciales con mi Hijo… ¿Pero Cómo lo Hago?

En primer lugar, ten en cuenta que la forma en que abordas este tema es diferente según tu origen. Los niños blancos y no blancos tienen experiencias muy diferentes sobre este tema, por lo que las conversaciones deben ser diferentes.
Si eres blanco y vives en una comunidad mayoritariamente blanca, tu hijo se dará cuenta de la gente que es diferente a él desde una edad muy temprana. Notará diferentes colores de piel y diferentes formas de vestir. Cuando tu hijo haga preguntas sobre por qué alguien es negro o asiático o por qué una mujer usa un velo en la cabeza, intenta responderles celebrando y aceptando las diferencias. Sé objetivo sobre por qué somos diferentes: «Ese niño tiene la piel oscura porque hace mucho tiempo su familia vino de un lugar donde el sol era fuerte y la piel oscura es más resistente al sol» o «Ella usa un hijab debido a su religión; es musulmana». Celebra las diferencias y observa que el hecho de que todos seamos diferentes hace que la vida y nuestras experiencias sean mucho más interesantes.
Reformula lo que los niños pueden considerar como «raro» como diferente e interesante. Hacer esto ayudará a tu hijo a comprender otras culturas y otras perspectivas. En la medida de lo posible, trata de no ignorar ni hacer callar a tu hijo cuando haga estos comentarios (incluso si ocurren en lugares incómodos como el autobús o la cola del supermercado). Recuerda que si tu hijo siente que no quieres hablar de ese tema, lo percibirá como un tabú.
Otra buena idea es exponerlo a historias sobre personas de diferentes orígenes. Leer libros sobre personas que son diferentes y son amigos. Llame la atención sobre estas diferencias (por ejemplo, «Mira, estos niños son diferentes y son amigos«). Sé explícito al respecto. Aprovecha la oportunidad de hablar de ello cuando estéis escuchando o viendo las noticias.
Para las familias no blancas, puede ser una buena idea hablar de sus propias fortalezas culturales y resiliencia. Ayuda a tu hijo a desarrollar orgullo por su origen.
Para Terminar
No ignores el hecho de que todos somos diferentes. Habla con su hijo sobre el tema. Sé objetivo y explica por qué todos somos diferentes. Celebra y acepta esas diferencias.
Un abrazo,
Ana